Hoy en clase me he llevado una sorpresa que me ha generado una enorme decepción.
Estamos trabajando el programa Protegiéndote, de la Agencia Antidroga, con el que prevenir situaciones de riesgo. El tema era el de ver las consecuencias futuras de nuestras acciones. Nos pedían que analizásemos un caso en el que se viese que hay una pelea, insultos,... y ver cómo influyen las emociones, si sabemos controlar. Curiosamente, en el recreo ha habido un alumno que ha querido pegar a otro porque le ha puesto la zancadilla (para uno sin querer, para otro queriendo).
Se ha generado una discusión en la que muchos alumnos manifiestan que es lícito pegar cuando te pegan. He insistido en la necesidad de resolver los conflictos hablando, pero no he conseguido llegar a converncerlos.
Se dejan llevar por lo que les dicen en casa (si te pegan, tú pegas) y eso es más poderoso que lo que les diga su profesor. Creen que es legítimo. Pero no se dan cuenta que nunca se soluciona un problema agrediendo, vengándose como decían otros. Y dicen que pegan porque así se quedan a gusto. Se pueden quedar así en el momento, pero ¿de verdad se ha solucionado el problema?
La violencia engendra más violencia y si padres y educadores no nos ponemos de acuerdo en el mensaje que transmitimos, lo que estamos haciendo es crear más incertidumbre, más dudas en los alumnos, en los hijos. Y ante esas dudas, ellos sacan el animal que todos llevamos dentro y agreden.
No sé dónde está la solución, pero habrá que seguir insistiendo. Alguien dijo que si aplicamos el dicho de "ojo por ojo", al final todos quedaremos tuertos. Y muchos, ciegos.
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