La tercera sesión, tras el recordatorio de lo que se escribió en la anterior, pasó a ser una nueva rueda en la que cada uno recibía el folio anterior y en su parte de atrás escribía una frase con alguna palabra positiva relacionada con el compañero del que veían el nombre.
Luego, para evitar que otro compañero lo leyese e influyese en su propia opinión, doblaba la frase en un pequeño pliegue. Así iba pasando de mano en mano y quedó convertido en una especie de acordeón, con diversas frases con las que se trabajará la próxima sesión.
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