Yo cambiaría este refrán por QUIEN BIEN TE QUIERE TE HARÁ FELIZ. Creo que no es necesario hacer llorar a nadie por ningún motivo. Bueno, por uno sí: llorar de felicidad.
Sin embargo, también pienso que no es bueno consentir a los hijos y con el pretexto de querer hacerlos felices, permitirles que hagan lo que les venga en gana. Es muy importante que conozcan los límites, que sepan lo que pueden y lo que no deben hacer. Y si se pasan de la raya, pues para eso estamos padres y educadores, para indicarles el camino a seguir.
Y la felicidad no consiste en que nuestros hijos confundan libertad con libertinaje. Y que nosotros, los adultos, hagamos la vista gorda para que no se traumaticen. Si queremos a nuestros hijos o alumnos, buscaremos lo mejor para ellos, por el mejor camino, pero distinguiendo entre lo que se quiere y lo que hay que hacer. Y cuando no lo cumplan habrá que retomar las conversaciones, aunque les duela. No es necesario que lloren, pero sí hacerles comprender que el mundo no es suyo y que deben cumplir unas normas. Eso es hacerlos felices.
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