UNA
PRINCESA, UN TANTO DIFERENTE.
2º
Premio de Narrativa
Una princesa, Estrella, tenía todo lo que quería: vestidos, zapatos,
dinero... pero aún, así ella sentía que le faltaba algo.
Sus padres, no tenían mucho tiempo para estar con ella, pues tenían que
reinar.
Estrella, nunca estaba satisfecha del todo, y eso a sus padres le
angustiaba. Ellos sentían que lo que le daban, no le hacía feliz a ella.
Una mañana, como otra cualquiera, Estrella se asomó al balcón de su
castillo, y miraba como la gente paseaba, sonreía, los niños jugaban y le
volvió ese sentimiento, de que le faltaba algo.
No iba al colegio, porque cuando cumpliera los quince, sustituiría a su
madre. Ella con tan solo catorce años no se veía preparada para esa
responsabilidad, tenía miedo de que lo hiciera mal y no saber qué hacer.
Estrella no solía salir de su cuarto, ya que como había tantos
sirvientes que le traían todo. Ella se pasaba horas y horas en su cuarto
pintando o si no mirando por el balcón.
Ella deseaba, aunque fuera solo por un día, ser como las demás personas.
Ser como las personas que estaban abajo y ella siempre las miraba desde su
balcón. Pasados dos meses, Estrella seguía igual y cada vez le quedaba menos
para ser reina. Para su cumpleaños ella quería una sola cosa, que por un día pudiera ser
otra persona. Dos días antes de su cumpleaños se despertó en otra cama, en otro
cuarto, muy diferente al suyo. Se miró y llevaba un vestido largo, un poco
manchado. No entendía nada, así pues decidió salir a la calle. La calle estaba toda
llena de gente, por un segundo pensó: “¿Esto es un sueño?”. Siguió caminando y
de repente vio una gran torre. La reconoció en seguida, esa torre era donde
siempre se asomaba y veía a todas esas personas, que ahora las veía más de
cerca. En esa milésima de segundo lo entendió todo, se había cumplido su deseo.
No sabía cuándo, ni por qué pero iba a aprovecharlo. Primero pensó que iba
hacer y lo que se le ocurrió fue ir a por comida. Desde su balcón siempre llegaba
un rico olor a manzana caramelizada, así, fue al puesto donde las vendían y
compró una.
Se fue a sentar, al lado había una chica, parecía de su misma edad, está
pintando, Estrella le preguntó:
- ¿Qué
te gusta dibujar?
- Me gusta dibujar retratos, -le respondió.
-
A mí también me gusta dibujar, -dijo Estrella.
Lucía, siguió dibujando, y le dijo: " Yo soy feliz dibujando, no
necesito nada más". Estrella
veía en Lucía la pasión que a ella le faltaba. Después de que ese día se
acabara, se durmió y a la mañana siguiente se despertó, como si nada hubiera
pasado.
Salió al balcón y miró al mismo banco en el que se había sentado con
aquella niña, Lucía, la vio allí sentada dibujando. Apenas eran las nueve de la
mañana, y ya estaba allí. Sonrió, y empezó a retratar a Lucía, desde su balcón.
Ese día sintió que estaba preparada para todo y recordó las palabras de Lucía: "Yo soy feliz dibujando,no necesito nada más".
Al día siguiente era su cumpleaños y la coronación para ser reina.
Estaban todos allí presentes, tanto como los de la nobleza, como los
campesinos. No vio a Lucía. Justo
cuando le ponían la corona apareció Lucía, en ese momento Estrella se sintió
capaz de todo. En Lucía veía como sería ella sino fuera una princesa. Después
de la fiesta, Estrella le dio a Lucía el retrato que había hecho de ella la
mañana anterior. Lucía la abrazó muy fuerte. Estrella ya no tenía ese
sentimiento de insatisfacción, y sabía que era gracias a Lucía.
Desde aquel día, Estrella y Lucía fueron inseparables, aunque fueran de
dos mundos muy distintos. Sus padres se sentían orgullosos de ella.
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