El domingo por la tarde alguien entró en la casa del señor marqués y asesinó a su querido y anciano padre que estaba leyendo un libro de viajes, sentado en su sillón preferido del despacho principal de la casa. No se encontraron huellas
Cuando lo descubrió, llamó a la policía y el detective fue convocando a todas las personas que pudieron cometer el delito y cada uno de ellos dio su coartada. De este modo, su propia señora dijo que ella estaba en ese momento en el jacuzzi, como todos los domingos, tomando un baño de sales; el jardinero estaba plantando los tulipanes que trajeron esa misma mañana y que de no plantarlos se secarían; el mayordomo (que siempre es el culpable) estuvo limpiando la sala de trofeos; el cocinero se había pasado todo el tiempo preparando el suculento desayuno, ya sabéis, huevos revueltos, beicon, salchichas, ensalada de frutas, café, té y pastas; y, por último, el ama de llaves pasó toda la tarde en la casita de invitados situada al otro lado de la finca, pues al día siguiente esperaban una visita.
Tras escuchar todas las declaraciones, el detective supo quién era el asesino. ¿Tú lo sabes también?
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